Diferentes u opuestos complementarios en el mundo de las/los curanderos andinos (Parte 5)
La comunicación de las curanderas no siempre se da en relación del uso de los sentidos, de manera visual, auditiva, etc. Dado que ellas tienen la capacidad de trascender lo que el otro quiere decir, tienen la percepción más aguda que se podría denominar una suerte de telepatía, pero que no lo es, por ejemplo: el sólo escuchar o sentir a la otra persona cerca, “avisa” a la curandera el objetivo de la visita.
La curandera es puente porque mediante ella los humanos dejan escuchar su voz y sus pedidos a los seres superiores. Es el enlace.
En medio de ese privilegio de ser una curandera que intercede entre las personas y los seres sobrenaturales o ancestrales, que para otras personas con dedicación diferente podría ser motivo de ego o de individualismo, todo curandero, curandera como principio de vida, lleva en el fondo de su espíritu la humildad necesaria para abrir o entablar esa comunicación. La conclusión que saqué de las conversaciones sostenidas me da a entender que algunos otros oficios de otras personas, enaltecen más su orgullo personal que su humildad y eso les hace menos comunicativos y menos abiertos para entender las relaciones interpersonales. Son tan soberbios y orgullosos de sí mismos que se olvidan de lo más importante en la comunicación como seres humanos: la capacidad de escuchar al Otro/Otra y sentir su dolor, lo cual le conmueve y le permite accionar, la empatía. Porque implica un respeto y además, una aceptación incondicional del Otro. Este principio que manejan las curanderas, en Occidente casi ya no existe o se practica, por la comercialización y la individualización de las relaciones, además de la desestructuración total de la relación entre humanos y naturaleza, entre humanos y animales etc.
Para poder explicar con mayor detalle la relación que la curandera establece con el paciente o persona que recurre a su ayuda. Tendríamos que analizar las relaciones sociales que intervienen tanto a nivel amplio como a nivel interpersonal.
El contexto más general del entorno cultural; el ideológico; el político; y el de las relaciones sociales[1]. Es decir lo que está más allá de las personas que intervienen en la curación y que sin embargo, es en cierta forma determinante para que la curandera asuma o no el accionar.
Al interior de este entorno macro se desarrollan tres ámbitos de intercambio:
La interculturalidad expresada a través de los signos; la palabra es el instrumento que une a las dos personas, sin embargo la palabra tiene un contenido polisémico que puede originar los malentendidos, entonces se hace necesario analizar o conocer el significado apropiado de las palabras en sus situaciones de referencia durante el acto de curación.
El rito que es un sistema de representaciones que tiende a buscar el equilibrio, a resolver las contradicciones que el discurso es incapaz de resolver. Se utilizan elementos mediadores. “Se habla sin palabras”, el espacio del silencio y la meditación es el que marca los linderos. El objetivo del rito es construir un orden social en concordancia con un orden natural, ubicar a la sociedad dentro de ese orden natural[2]. Cuando no existe coincidencia se dan contradicciones. El rito es el espacio de resolución de conflictos entre una visión de un mundo plasmada en las representaciones religiosas y sociales.
El mito; si un paciente pregunta a la curandera ésta no responde directamente sino que responde a través de un relato. Es el pensamiento analógico al cual se recurre para explicar la realidad.
La intención que tiene que ver directamente con los actos curativos; son actos culturales; actos morales.
El intercambio comunicativo entre curandera y paciente se da a partir del diálogo, del establecimiento de la confianza entre la persona que consulta y la curandera. Debemos decir que además la curandera no sólo se dedica a ver lo que el paciente tiene, sino también se convierte en consejera. Los mensajes se dictan muchas veces recurriendo al relato, a la transmisión de los mitos, de cuentos para explicar porque una enfermedad aqueja al enfermo.
Para realizar el diagnóstico se procede a la leída de coca o a la leída de naipes, según sea la tradición a la que pertenece la curandera y se pregunta al enfermo los antecedentes, según se va leyendo el mensaje. Después se decidirá cómo hay que continuar.
También existe un lenguaje sin palabras, ambos, curandera y paciente se sientan a contemplar, a acullicarcoca a “comunicarse en silencio” en un momento de meditación, a escuchar las voces del viento, de la lluvia… “¿tú crees que la palabra es un don del bípedo humano solamente y que únicamente con sonidos articulados se habla? También hablan las cosas. Las piedras hablan. Las montañas hablan. Las plantas hablan. Y hablan los vientos, los ríos y las nubes. ¿Porque la coca, esa hada bendita no ha de hablar también?”[3]
Hoy mis amigas curanderas se comunican con la ayuda del teléfono móvil:
Ana y Felicia tienen sus “puestos de atención”[4], la una en “la Ceja del Alto” en La Paz y la otra en “La Pampa” en Cochabamba[5], ambas son madres solas y mantienen a sus hijos con el oficio que ejercen. Han ido a la escuela y no han acabado la primaria, son bilingües y además entienden el lenguaje del corazón. Con una gran capacidad perceptiva estas dos mujeres se ganan el sustento diario atendiendo a una diversidad de pacientes que recurren a solicitar su ayuda.
Han optado por la utilización del teléfono móvil. Como son pobres no tienen el dinero suficiente para pagar el acceso a una línea de teléfono fijo[6] –como el teléfono móvil se ha convertido en un buen aliado de artesanos y personas que se dedican a trabajos informales, porque el precio para obtenerlo no es excesivamente alto y ellos compran aparatos celulares con abono y de pre-pago con cobertura para todo el país –, Ana y Felicia hacen un uso práctico de las ventajas que conlleva poseer un teléfono móvil. Toman nota de las citas a realizar durante la semana: “Si hermanita, puedes venir en la tarde”, “no es posible tengo mucho trabajo ahora…”, generalmente no llaman, el aparato sirve más para ser localizadas por las clientes porque pagar la comunicación cuesta bastante. Como se ve, el hecho de que sean curanderas tradicionales no quita que dejen de aceptar la utilización de la tecnología moderna, para mejorar su calidad de vida. Ellas usan la tecnología para lo que les sirva para fines concretos.
Ellas tienen muchos pacientes de la ciudad, que recurren a sus servicios para calmar o sanar de sus enfermedades, que muchas veces son de carácter psicosomático. Gran parte de las personas de sociedades citadinas, actuales en medio de su desarrollo tecnológico, material, económico, no encuentran un sentido a su vida y por ello tratan de escapar hacia otros ámbitos donde sí encuentren alternativas, una de ellas es el ámbito de lo exótico –y sitúan en este contexto a las curanderas. Hoy en día la tendencia actual de las personas que buscan tranquilidad en sus vidas ante tanta ansiedad, estrés y otros problemas es el retorno a lo ancestral. Buscan opciones diferentes de la realidad que viven, mas esas búsquedas son a nivel mental, porque como no poseen la energía necesaria, todo se queda en una lucubración muchas veces.
Concluyo aquí, continúa.
[1] Notas extraídas del curso de postgrado en Medicina Intercultural. Universidad Tomás Frías de Potosí, 2005
[2] Ricard, Xavier: Las razón de la interculturalidad. Resumen de notas de trabajo, Centro Bartolomé de Las Casas, Cusco, 2003