El tiempo es la duración de las cosas sujetas a cambio. Pero, si el tiempo está sujeto al cambio de las cosas, es porque cambia continuamente y se sitúa en la experiencia material de nuestra existencia, que siempre vive la dualidad y oscila en el movimiento, de lo que conocemos como estar moviéndonos entre el pasado y el futuro.
Podemos quizá irnos al otro extremo, decirnos a nosotrxs mismxs que el tiempo no existe, porque ya cambió. Dicho de otra manera, el tiempo pasado no se puede cambiar, porque ya pasó. El tiempo futuro no se puede vivir porque porque no llegó aun.
El tiempo presente es lo único que tenemos para vivir en el aquí y ahora. Solo ese tiempo se puede presenciar, porque es el único que tenemos.
Pero además de tiempo, tenemos memoria que nos hace recordar del tiempo vivido, del tiempo pasado. De esa memoria a veces surgen efectos que nos caracterizan en el único tiempo que podemos vivir, el tiempo actual. Nos dicen, que la mente que se encarga de producir y reproducir pensamientos no distingue entre lo “real” y lo “irreal”, nos proyecta pensamientos fantasmagóricos que muchas veces los vivimos y los sufrimos una y mil veces.
Comúnmente cuando las vivencias no están bien resueltas en el pasado, repercuten en el presente, dejándonos patrones de conducta que nos impide crecer. Andamos detenidxs en una especie de marisma, ni nos hundimos totalmente, pero no salimos y estamos estancadxs como si estuviésemos en una especie de purgatorio, ansiando ver el alivio de nuestro sufrimiento, pero aferrándonos al hierro candente que nos lacera. Por ejemplo, si no asumimos la pérdida de un ser querido, las rupturas de pareja, la familia que crece y cuando cada uno hace su camino o cuando lo que planeamos y no surgió como esperábamos (tiempo pasado-tiempo futuro).
Parece que la situación NUNCA cambiara, que es inamovible, que un dolor no pasa nunca y a eso le llamamos MAL DESTINO. No obstante, TODO PASA nada permanece estático. Es una forma de percepción que tiene que ver en cómo nos flexibilizamos y, la aceptación que demos a los acontecimientos en el presente. Que es un estado que transcurre tan rápidamente como el agua entre los dedos.
Un ejemplo práctico es el reloj de péndulo, pareciera que va de pasado a futuro y de futuro a pasado. Cuando el reloj para, nos asustamos, ¿qué pasó? que no anda el péndulo. ES LO MEJOR QUE NOS PUEDE PASAR, porque justo se paró en el presente. En este mismo momento podemos aceptar y pensar lo que nos está pasando ahora.
Por eso meditar aceptándonos en lo que fue nuestro pasado y aceptación de nuestro presente, es aliviar las mochilas que cargamos y nos dejan avanzar. “Ya pasó, hice lo que pude hacer en base a lo que conocía o por ignorancia, nadie es culpable; ahora entiendo, puedo escribir mi destino con la mano, haré las cosas de mejor manera, con mayor amor”.
Es muy común que se diga que la persona que vive en el pasado, vive deprimida. Incluso si algo nos trae recuerdos lindos, los tomamos como nostálgicos, saudades. Como que lo que fue vivido en el pasado fue mejor. Pero, en realidad es tiempo presente y ¡no hemos parado el péndulo!
Lo mismo sucede con el tiempo futuro, la persona que vive pensado en los fantasmas que encontrará en el futuro con ansiedad, sufre. Proyectamos todos nuestros movimientos de una forma tan programada, “A nuestra manera”, que si las cosas no surgen como pensábamos, nos generan incomodidad, ansiedad o incertidumbre. PORQUE NO ME RESULTÓ LO QUE PENSÉ. ¡Otra vez está el péndulo en medio de nuestro estado mental!
Pero, en verdad estamos en momento presente y si paramos un poco, no vamos a depender del resultado. Vamos a vivir el presente de una forma plena, amena, relajada…, podrás ver que los efectos son armoniosos. Te ríes con inocencia, disfrutas de lo que vives y por sobre todo SABES QUE ERES UN SER SIN TIEMPO QUE VIVIÓ CADA ETAPA EN SU MOMENTO.
Ya el gran maestro Budha mencionó una vez que se PUEDE PREDECIR NUESTRO FUTURO OBSERVANDO LAS ACCIONES QUE REALIZAMOS EN EL PRESENTE. Entonces no se necesita tener el don de la clarividencia para poder predecir el futuro, es cuestión de observarnos a nosotrxs mismxs en el presente. Porque el llamado Presente, es el Pasado del Futuro. Si actuamos desde el Futuro podremos actuar con mayor coherencia y amor hacia nosotrxs mismxs y el universo. No existe gran misterio.
Continuaré esta pequeña reflexión compartiendo la visión de espacio y tiempo desde la perspectiva de nuestros ancestros andinos en un próximo capítulo.
Nidia R. Bustillos Rodríguez
Nidia In Gaia. Espacio de Sanación Ancestral Andina Integrada