¿Puede la sanación ancestral andina explicar la ansiedad y la depresión? (Parte 2)
Según Valdizán “El susto traumatismo psíquico intenso provocado por una emoción de espanto […] sobre el organismo en general y sobre el sistema nervioso en particular […] La patogenia del susto es explicada por los indios como una ausencia más o menos prolongada del espíritu del enfermo”[i]. Por otro lado, cuando se analizan los escritos del cronista Guaman Poma de Ayala del siglo XVII[ii], se observa que existen referencias a duendes o espíritus malos (entre ellos supay) quienes serían señalados como causantes de las perturbaciones mentales, y se describen bajo una denominación castellanizada de susto, mal espanto, golpes, mancharisca, pilladuras, sopladuras, kaika o aika, entre otras. De esta manera observamos que la descripción de estas patologías data de épocas prehispánicas.
El espectro de manifestaciones del susto ha sido tan amplio que figuran tratamientos diversos según las diferentes localizaciones geográficas, pero todas toman en cuenta la separación del ánimo, ajayu, espíritu y una perturbación psíquica de la persona afectada; lo cual nos lleva a ratificar la importancia que se daba a la atención relacionada a armonizar el cuerpo y el espíritu (alma) de las personas.
Las diversas formas se tratar a la persona afectada por susto varían desde la frotación y baños con plantas, hasta el “llamado de ánimo” en el lugar donde la persona sufrió el percance, ya sea que la tierra, el aire o el agua fueron los elementos que le agarraron. Pasan, desde las ofrendas o pagos a la Pachamama y los sitios sagrados, hasta las limpias con animales, con huevo o con el mismo elemento que generó el padecimiento. Se debe recalcar que las formas que adoptó el padecimiento pasan por afecciones psíquicas, algunas de las cuales pueden ser referidas como depresión, ansiedad, en desmedro de la salud de las personas. El susto fue tomado en cuenta en sus distintos grados de gravedad y nunca fue soslayado ya que podía causar la muerte de los afectados en caso extremo.
En las páginas del libro “Mujeres con poder sanador” las sanadoras mencionan en sus terapias algunos de los rituales y procedimientos que realizan, como el llamado de ánimo, asimismo se señalan algunas especialidades de la medicina tradicional andina que aún perviven en la actualidad, mostrando así la continuidad cultural de las prácticas de sanación.
Cabe notar que los ancestros andinos tomaban en cuenta la visión integral de la vida, y no se separaba como salud y enfermedad (términos occidentales), ni de los términos de vida y muerte, tal y como la religión católica lo concibe o como una persona occidental divide. “Los antiguos […] no creyeron que la muerte era el término de la existencia humana, puesto que existe un estrecho parentesco entre este que hemos establecido y otra incana cuya finalidad era esperar el regreso del alma del muerto y su materialización, mediante la huella que habría de dejar sobre ´la harina de maíz y de quinua´”[iii]. Este es un tema que se desarrollara en otra ocasión en detalle.
En este artículo me referiré al padecimiento que se encuentra en el espectro general de susto, el que es conocido como Tristeza. Un padecimiento que afecta tanto a niños como personas adultas, que como consecuencia la persona pierde el apetito, es afectada con dolores generalizados de huesos, se desmaya, tiene falta de sueño, etc. Si existe descuido la persona puede llegar a perder la vida. El tratamiento constituye limpias con plantas medicinales por el cuerpo, en forma de frotadas, “barridas” con plantas medicinales aromáticas, entre las cuales se encuentra el molle (schinus molle) que se encuentra prácticamente en todos los países de Latinoamérica con diferentes designaciones, con romero (rosmarinus officinalis) y ruda (ruta graveolens) entre otros. Deseo hacer notar que tanto el romero como la ruda forman parte de las plantas que llegaron con la conquista y que fueron incorporadas entre las plantas medicinales utilizadas por las y los sanadores ancestrales andinos. Asimismo se sahuma con palo santo (bursera graveolens) y con copal.
Entre las bebidas que la persona puede ingerir se encuentra el aloe vera, o también el azahar de plantas en ayunas, también colocando los pies en un riachuelo. Los tratamientos dependerán de la sanadora que los esté recomendando y aplicando.
Es fascinante analizar la riqueza de posibilidades para enfrentar un trastorno que en la actualidad la ciencia occidental medica mediante fármacos, o se lleva a cabo por procedimientos de terapias conductuales, las cuales suelen estar separadas del entorno en el cual se produjeron y donde los agentes que intervienen no humanos, no son considerados, situación que los ancestros sí tomaron en cuenta a partir de la contemplación de un universo que integra a todas las criaturas y donde los seres humanos solo forman una parte de una gran familia que se debe mantener en armonía y equilibrio.